Me sabe a disturbio esa mirada que tienta y desestabiliza mis hormonas.
Me sabe a disturbio el estático influjo de tus ojos que inflama repentinamente mi cuerpo.
Me sabe a disturbio el choque de tus ondas sexuales que se introducen en mi oído, procurando que la excitación galopante siga en aumento y no decaiga.
Me sabe a disturbio el crepitar sordo de tus articulaciones mientras casi nos fundimos por tanta presión hidratada.
Me sabe a disturbio el final que acontece y transfigurará tu rostro y lo convertirá en la mayor destilación de la emoción humana.
Me sabe a disturbio todo tu cuerpo que, ya semiinsconciente, se regenera para poder volver a recibir otro acontecimiento trascendental.
Me sabes a disturbio.